La guerra está causando una tormenta logística en el mar Negro y al mismo tiempo una emergencia humanitaria.
Entre febrero y mayo, el precio pagado por el transporte marítimo de mercancías secas a granel, como los cereales, aumentó casi un 60%.
Casi la mitad de este impacto se debe a los mayores costes del comercio marítimo, mientras que la otra mitad es imputable al repunte de la cotizaciones de los cereales en los mercados internacionales.
Sobre la coyuntura pesan muchos factores a la vez: las repercusiones de la pandemia, la congestión de los puertos, la transición energética y, obviamente, el conflicto bélico.
Baste con apuntar otro elemento significativo detrás del repunte de la factura del transporte: la sobrecarga aplicada por las navieras desde el comienzo de la guerra ha subido en algunos casos hasta el 50%.
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